UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
DEPARTAMENTO DE LETRAS
Seminario Maestría.
Segundo Cuatrimestre de 2006
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
DEPARTAMENTO DE LETRAS
Seminario de maestría 2006
La narrativa policial
Antología de textos teóricos
Esta antología ha sido preparada en función del curso y su circulación queda restringida a sus participantes
INTRODUCCION
LA NARRATIVA POLICIAL LATINOAMERICANA
UNA ENCRUCIJADA DE SENDEROS QUE SE BIFURCAN Y SE INTERSECTAN
Roberto Ferro
Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia.
Roberto Arlt
Prolegómenos
A manera de prólogo, y con un gesto macedoniano, voy a hacer una breve relación de los núcleos conceptuales de esta curso centrado en la narrativa policial como problema teórico-crítico en la literatura latinoamericana actual. Comenzaré aludiendo al término “actual” en varios de sus sentidos posibles en este contexto: la literatura que se publica, la literatura que se escribe y/o la literatura que se lee, asumiendo la idea de que la noción de actualidad no está estrictamente marcada por la exigencia de un presente inmediato, sino que es una instancia ligada a la consistencia con que la letra literaria permanece al ser releída y/o rescrita. De acuerdo con el criterio que trato de exponer, el valor de actualidad de un texto no depende exclusivamente de la repercusión que recibe al momento de ser publicado sino de la entropía que produce en el trayecto recorrido entre la imprenta, el anaquel de las bibliotecas, y la insistencia con que las lecturas lo siguen transitando, trayecto que en la medida que se constituye en una errancia incesante, define su actualidad.
Concibo como problema el punto de convergencia entre el interés del investigador y un campo de relaciones dinámico, que le otorga relevancia y entidad al objeto a abordar. Ese campo son los estudios literarios latinoamericanos pensado como un espacio de múltiples entradas que convergen en tres direcciones más o menos definidas: crítica, teoría e historia. La noción de genealogía a la que he recurrido apunta a ordenarse en una especie de abordaje que entrelaza esas tres direcciones y que, además, me habilita para tramar mi recorrido personal, la formación de mi biblioteca y mi experiencia de lector crítico, en una especie de ovillo inestable en el que esa itinerancia es también una forma de la autobiografía.
Ante todo, muchas de las cuestiones a las que aludiré son comunes a la literatura latinoamericana actual en términos amplios y generales, pero al pensarlas en relación con un corpus determinado y enfocadas por la preocupación de una problemática específica toman un curso distintivo.
La idea de modelo es un componente necesario en la configuración del espacio literario latinoamericano, inscripto en estricta correlación con el contexto colonial primitivo, en el que las expresiones culturales eran manifestaciones dependientes de un original producido en el centro imperial, al que se imitaba con los más diversos propósitos.
Un recorrido genealógico por los estudios literarios latinoamericanos pone de relieve la importancia de la tensión entre los modelos y su circulación, que se manifiesta plenamente en la diversidad con que se elabora la diferencia; mientras que algunas textualidades, tanto obras como discursos, han apuntado a borrar esa diferencia buscando una reproducción ideal; otros alientan la divergencia, exaltándola por medio de la trasformación paródica, la inscripción del pastiche, el desplazamiento y exacerbación del desvío genérico; procedimientos de reescritura que encuentran en la narrativa policial un territorio privilegiado de exploración.
El lector de policiales es siempre, en mayor o menor medida, un experto que pone a prueba frente a cada nuevo relato un saber configurado por la biblioteca del género. La intuición, la capacidad de razonamiento y la audacia imaginativa con que elige su recorrido en la indagación que cada caso le propone, agregan al placer de la lectura, la tensión del desafío. El enigma, la simulación, el suspenso, las dilaciones, el secreto, responden a un régimen de reglas de juego que el lector y el texto comparten. Por lo tanto, los componentes distintivos del género están marcados por un alto grado de permanencia y estabilidad, que asegura el reconocimiento de los lectores, centrando la variación en el talento del escritor para producir una combinación sorprendente. De ello se desprende la posibilidad de que el género policial pueda ser concebido en términos de modelo productivo.
La narrativa policial es una dimensión relevante de la literatura latinoamericana que permite reflexionar especulativamente en torno de una cuestión vinculada con las diversas modalidades de circulación del género como modelo, que se presenta a la conjetura crítica figurando una encrucijada de senderos que se bifurcan y se intersectan.
Por una parte, es un corpus privilegiado para investigar los desplazamientos del referente hacia la referencia, marca relevante de la literatura contemporánea. Desde una mirada genealógica la narrativa policial exhibe desplazamientos notables que implican cambios de percepción crítica y un incremento progresivo en el interés de una gran cantidad de escritores que forman parte del espacio literario por tramar sus textos en relación con los dispositivos del género. Esa variación de la percepción crítica está íntimamente ligada a las características específicas del policial, acaso uno de los géneros que más mortifica la verosimilitud realista del referente. La productividad del texto, la escritura como relectura, la disolución de los personajes y la identidad del narrador, el entramado indecidible entre el metatexto y la intriga ficcional, la exhibición desaforada de la ficción como procedimiento, el doble juego entre el discurso objeto y el metadiscurso, aparecen de un modo más nítido en las variaciones operadas a partir de la narrativa policial que en otras formaciones discursivas. Esa suma inestable de pasajes, entrecruzamientos, pliegues, intercambios, caracterizan al género como una inigualable esceno-grafía del sentido textual. Todos esos conceptos relacionados en un conjunto reunido por una insistencia sémica, que reitera una y otra vez la movilidad y la transacción, cuestionan y revisan las modalidades en las que los diferentes campos de la cultura desplazan y reelaboran estrategias y objetos que originariamente pertenecían a otros ámbitos.
Y, por otra parte, mientras este deslizamiento hacia la referencia, desplegado en el proceso de escritura, se iba gestando en la literatura latinoamericana, paralelamente, se producía un proceso semiótico en sentido inverso, también íntimamente vinculado con el género policial: la búsqueda de la verdad en el referente. La violencia y la corrupción que han marcado los procesos políticos en Latinoamérica en las últimas décadas han derivado en una singular simbiosis entre política y delito. La literatura aparece como una vía alternativa para investigar lo que las instituciones del Estado ocultan, entonces, el escritor pasa a ocupar el rol de fiscal. El gesto de denuncia desplegado en la refuncionalización del género policial, ha producido un prolífico linaje en la literatura latinoamericana. Las convicciones que mueven la investigación trastornan los códigos narrativos del relato policial, si el crimen es institucional, el culpable es alguien que forma parte del aparato estatal. Esta circunstancia impone una serie de mutaciones en la pareja culpable/víctima que implican una modificación substancial: los culpables representan a la ley y, en consecuencia, la víctima queda inmersa en una difusa bruma de sospechas y entredichos. Ya no hay posibilidad de una conclusión que suponga un retorno a un orden trasgredido por el delito. La puesta en cuestión de los roles habituales del género policial significa la inevitable politización del relato, que exhibe cómo los móviles del crimen están más allá de los límites del ámbito privado, transformándose obligadamente en un conflicto social. Si en una sociedad, aquellos que tienen por función resguardar la ley y castigar a los delincuentes son los que la violan impunemente, no queda garantía alguna de veredicto justo dentro del orden institucional. Invalidada la instancia del tribunal de justicia, la denuncia debe cambiar de foro y buscar la escena pública para provocar una sentencia social; con ese objetivo, la denuncia debe estar avalada por una investigación que pruebe las imputaciones, y a ese efecto el género policial entrega un repertorio muy amplio de recursos para el tratamiento narrativo de la acusación y la demanda con el objetivo de que un acontecimiento criminal se constituya en un caso para la opinión pública.
Este doble movimiento hacia la referencia, la escritura, y hacia el referente, el mundo, como en una narración borgeana, paradójicamente, aparecen como senderos que se bifurcan y se intersectan a partir de las condiciones de posibilidad del género policial. En este proyecto me propongo leer la narrativa policial latinoamericana como una intrincada red en la que las relaciones entre modelo y circulación se tensan y se trastornan.
En el curso de mi exposición voy a caracterizar el comienzo de dos genealogías; por una parte, la de la referencia, en torno de Jorge Luis Borges y Juan Carlos Onetti; y por otra, la de referente, a partir de la obra de Rodolfo Walsh. Así como también trataré de esbozar el trazado de algunos de sus desarrollos, que más allá de los trayectos quiásmicos que los distinguen, se contaminan y realimentan mutuamente. |