El profesor Roberto Ferro dictó en la Universidad de granada el seminario "La obra de Julio Cortázar entre viajes y bibliotecas" en febrero de 2018. El trabajo consistió en abordar la obra de Julio Cortázar leída como una vasta cartografía tramada en un complejo collage, que aparece inabarcable para una mirada que pretenda abordarla desde una sola y única perspectiva. En su dilatada extensión se entrecruzan experiencias de vida con formas literarias figuradas por voces discursivas inscriptas en géneros de bordes inestables y por lenguajes de las más variadas procedencias. Esa cartografía se da a leer como una obra en curso, en tránsito, un itinerario incompleto; las estancias de esas travesías, en las que se han ido sedimentando sus movimientos, se manifiestan en dos formas; por una parte, en los textos que ha ido escribiendo a lo largo de su vida y, por otra, en las composiciones diversas con que se fueron sedimentando sus bibliotecas de acuerdo a las funciones que los tránsitos iban imponiendo a sus estratificaciones tan inestables como las de los paisajes cambiantes de los médanos. Los volúmenes que constituyen su obra y las bibliotecas en las que iba acumulando los libros leídos y releídos, son las detenciones que a lo largo de las múltiples travesías fueron escandiendo su nomadismo incesante.
La propuesta estaba centrada en el Atravesar el conjunto de sus textos, tanto aquellos que fue publicando en vida como los que se han ido agregando en los años posteriores a su muerte, se me presenta como el recorrido sinuoso por un cuaderno de viajero en el que Cortázar ha dejado la impronta de su paso por tradiciones literarias de las más variadas raigambres, moviéndose entre lenguas en su tarea de traductor, dejando las huellas de su enorme curiosidad y de su inagotable capacidad de asombro a la que nunca impuso límites ni obstáculos, componiendo una urdimbre inextricable entre un lector infatigable y un escritor que va produciendo una obra de una magnitud extraordinaria, tanto por su extensión como por la diversidad genérica en la que se despliega.
Esas travesías consistieron en exploraciones que, desde luego, no se reducían al mero registro, esto es, a descripciones escénicas o afines, sino que fueron experimentadas en hondura, como un viaje interior: viaje sentimental o temperamental que se realiza, simultáneamente, con el viaje exterior. Su escritura se abre a la mirada lectora a través de un itinerario posible entre muchos otros. Un itinerario que atraviesa ese territorio sin bordes precisos en el que la inquietud nómada de Julio Cortázar ha buscado profundizar las insondables latitudes de la otredad en un amplio espectro de sus manifestaciones posibles y ha intentado asumir el reconocimiento de su identidad como un proceso en devenir, al tiempo que su propia voz se configuraba en la modulación de componentes de gran heterogeneidad, articulados en formas literarias abiertas a múltiples derivas de sentido, orientadas hacia la ávida inquietud de los lectores, conmoviendo esa incalculable multiplicidad a la que el gesto de su literatura se entrega.
Ana Abregú